Ignacio Sotelo; politólogo, escritor y ensayista español recoge el pensamiento de los grandes filósofos de la ilustración como Locke y Rousseau, para develar la factibilidad de una educación democrática, ¿es posible concebir una educación autónoma, libre y democrática en la actualidad?, ¿que entendemos por educación y democracia?, como docentes, ¿cuáles son las reflexiones que Sotelo nos hace saber y como llevarlos a la práctica?, son las respuestas que nos interesa y muestran, sino un camino, al menos una luz filosófica en nuestro quehacer docente.
En su magistral ensayo: "Educación y Democracia" apela al pensamiento ilustrativo que adquiere vigencia en nuestro contexto social y crítico ya que actualmente la crisis de valores y una sociedad en conflicto permanente no ha hecho más que poner de manifiesto la imposibilidad que educación y democracia, siga siendo una perenne aspiración en nuestro mundo pluralista y complejo. La democracia es un principio que ha perdurado en un concepto meramente retorico, pero jamás llevado a la práctica, al menos en Honduras, tan preciso es lo que manifiesta Sotelo sobre lo que se dice en los parlamentos con lo practicado en las aulas de clases, por ejemplo en Honduras además de leyes maquilladas y discusiones pueriles sobre una “educación gratuita”, “sin exclusión”, “equitativa”, “democrática para todos y todas” dista mucho de la verdadera realidad social en nuestro país, para que un político o funcionario estatal comprenda nuestra crisis educativa, tendría que estar bajo la piel de un docente que no solamente encuentra desigualdades en sus labores diarias, también hay un entorno social de indiferencia, de exclusión e inequidad.
Es
preciso señalar, tal como Ignacio Sotelo,
que la educación transmite inconscientemente valores, hábitos y
actitudes a través de la socialización,
contrario a la instrucción que es un proceso ya formalizado. Los ámbitos de
socialización con los que adquiere educación nuestro pueblo no es nada
favorable, ya no solamente nos distrae la política y el futbol, también medios de comunicación en
su mayoría carentes de cultura, llenos de antivalores, donde la mayoría del
pueblo hondureño se acuesta con narco-novelas y se levanta con el morbo de la sangre en las
pantallas y periódicos. Pero esta
realidad no es ajena a Honduras es una realidad latinoamericana. La reflexión
de Sotelo para ello es que los docentes; “eduquen
al individuo de las influencias perversas que provienen de la socialización,
porque lo que el estado no puede
resolver desde una dimensión pública lo tiene que encarar individualmente el
educador”. Aunque en este mundo globalizado la educación a través de la
instrucción conciba al individuo exclusivamente como sujeto laboral, nos obliga
a una tarea de permanente investigación
del docente universitario
para elaborar propuestas
instructivas que humanicen al individuo. Una educación democrática que aspire a
la exposición máxima de cultura.
Ignacio
Sotelo nos hace ver el pensamiento de
los grandes filósofos para reflexionar sobre la cosmovisión en el contexto
educativo de la actualidad.
En
su ensayo nos expresa como Rene Descartes inicia una revolución antropológica
moderna que era incuestionable antes
del siglo XVII, cuyo saber antropológico consiste en la idea de “obedecer a Dios en esta vida y gozarlo en
la otra” mientras la filosofía de Descartes
es “no aceptar nada como
verdadero, antes de haber obtenido la evidencia que es así”
Locke
aplica su filosofía al concepto de libertad, el filósofo ingles convive en un
contexto de guerras civiles, y guerras de religión, prolífico en
diferentes obras de carácter político, la educación para Locke tiene una
finalidad mundana, -no religiosa- cuya aspiración no es otra que la felicidad,
se enfoca en la integridad física, una educación que estime el cuerpo, enfatiza
sobre la higiene y alimentación para una
vez conseguido un cuerpo fuerte y sano lograr la esencia del espíritu para no
doblegarse ante los instintitos de la pasión
y aspirar al dominio propio, solo
estar sometidos a la razón propia. Son tres categorías que articulan el
pensamiento pedagógico de John Locke: libertad, razón y hábito.
Sin
embargo ese pensamiento racionalista de
Locke adquiere una frialdad que jamás puede ser democrática ya que la educación
que propone Locke va dirigida a una
clase, cuyo principio es que; “basta que estén educados los de arriba para que
funcione toda la sociedad”.
En el ensayo de Ignacio Sotelo es Rousseau quien ocupa el mayor interés, con la
concepción de una revolución rousseauniana, hace una síntesis de la libertad
natural y libertad moral que concibe el filósofo francés. La primera es una
libertad inalienable así pues si coaccionamos la libertad del hombre
retrocederíamos al estado animal de donde proviene. Sin embargo es una libertad
egoísta, es el estado natural que lo convierte en algo perverso. En cambio la
libertad moral depende del derecho de los demás, es altruista y tiene su
limitante dentro del estado de civilización, e allí que para Rousseau el
contrato social, es el acuerdo máximo
al que debe aspirar nuestra sociedad, pues dicha sociedad para el filósofo es
comparable a una selva en que el grande se come al más pequeño, y como docentes acoplar al
individuo a esta realidad es el objetivo principal de la educación.
Es
necesario recordar lo que Rousseau nos ha dicho sobre como “el hombre nace libre pero es la sociedad quien lo corrompe”,
es uno de los pensamientos más repetidos por nuestros maestros en la
universidad, Sotelo lo interpreta como un encadenamiento que nos convierte en esclavos de la opinión
ajena, así para Rousseau consiste en
una alienación en la que “se deja ser uno
mismo para convertirse en un remedo de lo que quiere la opinión de los otros”
Ante
esta verdad, la democracia en el sentido fuerte del concepto resulta imposible, como dice Rousseau: “va contra el orden natural que la gran
mayoría gobierne y que la minoría sea
gobernada”
Es
así que la educación más bien se muestra como una actividad compensatoria de imposibilidad que pueda realizarse la
democracia. Es una contradicción básica de la condición humana, “todo
está bien al salir de las manos del Creador, todo degenera entre las
manos del hombre” La educación trata de facilitar la integración social del
individuo y por otro tiene que evitar que el individuo sea influenciado por las sociedades que se
han degenerado por las desigualdades.
Rousseau
plantea dos fines de la educación: uno
privado y otro público, el primero consiste en ayudar al educando a que
permanezca fiel a su propia naturaleza,
que la libertad del individuo sea la paz consigo mismo y con los demás,
cuyo fin al igual que Locke es la felicidad del individuo. La segunda finalidad
consiste en preparar consciente y responsablemente al educando el puesto que le
corresponde en la sociedad y en el estado. Concluye Sotelo: “El fin individual de ser feliz y el público
de cumplir con nuestros deberes de ciudadano se complementan”
Las
reflexiones de Rousseau no son menos que importantes para nuestra labor
docente, entre ellas controlar y si es
posible modificar el medio para que el educando se realice como persona, la
educación debe superar la socialización enfatizando a través de la
instrucción. Para Rousseau la
instrucción retórica es innecesaria, la palabrería no cumple una función
elemental, sino facilita al educando que cuestione la realidad, las cosas,
aprender a pensar por sí mismo, propone una educación crítica consigo misma y
con el mundo que le rodea. Se aprende a correr corriendo no enseñando con
detalle cómo se corre, así también a pensar pensando.
La
educación autoritaria enfoca el acto educativo en el docente, el educador es
quien rige las normas, el educando se convierte en un receptor pasivo de la acción
educativa, el contraste sería con una
educación antiautoritaria, enfocada en la individualidad bajo la premisa que
todo individuo es único y por ello es
necesario como docentes adecuar el proceso educativo propio de cada educando.
Nótese en esta pedagogía de este siglo la influencia de Rousseau con respecto a
la libertad en la educación. Tal como nos hace ver Sotelo al citar la
insistencia de María Montessori en el reconocimiento de la capacidad creadora
del individuo. Es entonces que el papel
del educando es activo, el centro y fin del proceso educativo.
Rousseau insiste en criticar la “retórica
pseudopedagógica” donde para el niño el
catálogo de palabras no adquiere interés ni significado, y actualmente al igual
que en el contexto histórico del
filósofo, hoy tales situaciones son posibles, al niño no le interesa, por
ejemplo, los conceptos de valores sino llevarlos a la práctica creando el
ambiente y las experiencias en el aula, el valor de la cooperación no lo
entenderá el educando cuando el maestro
dicta la etimología de la palabra y el concepto amplio, sino realizando
actividades didácticas que apliquen el valor. Los docentes hoy en día deben
entender que los contenidos deben experimentarse en el educando, haciendo
posible el principio fundamental como lo dice Ignacio
Sotelo de crear una educación activa cuyo principio ha de ser básico en la
didáctica.
Sumado
a las reflexiones anteriores vale
preguntar entonces, ¿es posible una
educación democrática y una democratización de la educación? o ¿es una aporía
la educación democrática?, es decir, una paradoja o dificultad lógica
insuperable.
Sotelo
aclara antes de llegar a conclusiones satisfactorias, que su intención no es
resolver sino exclusivamente plantear
problemas y dificultades, aclara que una
educación democrática es aquella que se
imparte a todos por igual, a todos los miembros de la sociedad. Con ese
concepto se da respuesta en el contexto de la actualidad hondureña que nuestra
educación no está democratizada, y es tarea del educador comenzar a democratizar la educación en su
espacio pedagógico, aunque no exista la voluntad política por intereses de
monopolizar la educación es nuestro deber luchar por una educación que compense
la desigualdad social.
También
entendemos por educación democrática una enseñanza que prepare para la
convivencia democrática, en cuyos contenidos educativos se emplee determinados
métodos llevados por el estado que
podría en otro sentido servir para calificarlos de totalitarios.
Así
la democratización de la educación relaciona tres factores: enseñanza para
todos, enseñanza estatal y enseñanza con métodos y contenidos democráticos.
La
dificultad de llevar a cabo una educación democrática es el control del proceso
educativo que el estado haga, hasta convertirlo en un monopolio que
contrasta con el pluralismo que
caracteriza a la sociedad civil, por lo tanto no es fácil acordar un modelo
educativo universalmente aceptado.
Sotelo
nos dice que el Estado moderno se proclama de dos principios , en sí mismos incompatibles,
por un lado neutral ante las diferentes cosmovisiones para no poner en cuestión
el pluralismo que subyace en la sociedad civil identificándose con ideologías o
determinadas religiones, y por otro
asume la responsabilidad de financiar, organizar e impulsar la educación en sus
diferentes niveles.
Una
verdad incuestionable es que la riqueza y bienestar de un país dependen en muy buena medida del nivel de educación que haya alcanzado.
En
conclusión el ensayo de Sotelo está al alcance de todos, de solo buscar “Educación y democracia” de
Ignacio Sotelo en la red, encontramos
con mayor contenido las reflexiones aquí expuestas, ya que valiendo la redundancia en términos, este ensayo es una síntesis de una síntesis que Sotelo hace de los pensadores de la Ilustración.
A
continuación la siguiente reflexión de Ignacio Sotelo nos deja pensativos y
comprometidos en nuestra labor pedagógica:
La enseñanza se revela
instrumento principal para conseguir la tan mentada igualdad de oportunidades.
En la escuela deberían desaparecer, o por lo menos aminorarse, las diferencias
sociales, de modo que prevalezcan las únicas que requiere una sociedad para ser
realmente competitiva: las que provienen de la inteligencia y del carácter.
Marden manda tu corrreo, agradezco tu interes... Saludos...
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