La mejor frase que el presidente Hugo Chávez pudo haber dicho y debió
decir, después del triunfo contra Capriles es: “después de esta victoria
mi muerte ya no importa”. La oposición deberá reconocer que lo peor que
pudo haberle pasado es que su muerte se esté
dando siendo un triunfador ratificado por la mayoría
de su pueblo, en las elecciones del 7 de octubre. Hay algo del que no se han
dado cuenta los detractores chavistas y
es que Chávez puede ser más valioso muerto que vivo al socialismo. La depravada
alegría que algunos están musitando en
foros es tan efímera como es la vida, pareciera
que no hay conciencia que también los gusanos
esperan por todos. Pero es normal, las grandes influencias que forjan
los hombres históricos tienen dos efectos; un odio acérrimo y un
amor profundo. Si buscamos sentido a la historia, todos los grandes idealismos
han logrado mantener vigencia después de
la muerte de sus mentores. Aunque Chávez no invento el socialismo, al igual que
Vladímir Ilich Lenin, Mao Zedong se convierten en
referencias importantes para futuras generaciones.
Hago referencia de lo que dice el psicólogo Vladimir Gessenun: En el
hipotético de que Chávez partiera de su vida humana, –lo cual no deseamos, todo
lo contrario- lo haría en pleno ejercicio de sus victorias políticas, y con una
popularidad sin precedentes en Hispanoamérica. Su leyenda incluiría que venció
su reciente contienda electoral en medio de una terrible enfermedad y –sin
serlo- se transformaría en una especie de héroe-mártir en el imaginario
colectivo latinoamericano.
Adam Smith, uno de los grandes
economistas de Inglaterra enamoró a los capitalistas de la revolución industrial
con sus teorías. Para Smith solo con la propiedad privada y la ambición que es inherente al humano se
logra riqueza. Pero después el
socialismo entra en escena con Marx, en que la clase trabajadora es la que debe tener el control
de todo, además es el estado el que debe controlar las estructuras del país. Marx tiene razón; la historia de la humanidad
ha sido una lucha de clases a lo largo de toda la existencia humana.
Hay que reconocer que en muchos casos la empresa privada tiene más orden para manejar la economía, precisamente
por ese sentido de pertenencia y propiedad. El empleado del estado no, su
pensar es; para que voy a cuidar ese pupitre, para que voy a cuidar esa
pizarra, para que voy a cuidar esas gasas y esos guantes, para que voy a cuidar
esa Jeringas, de todos modos no es mío. Vive en
un conformismo absoluto, despilfarra, haraganea hasta la saciedad, se cansa de
estar cansado, hace orgias en las
embajadas, y viajan a pasar vacaciones obviando tantas responsabilidades, sería injusto
alejarnos de esta verdad, así como es justo reconocer que muchos empleados del
estado se ganan el sustento con
dignidad. Es por ello que el socialismo
funciona mejor en regímenes autoritarios, la mano dura se vuelve una necesidad obligada.
En países latinoamericanos, en el caso de Honduras, no ha funcionado el sistema neoliberal y capitalista tiene su función perfecta para unos pocos. Lo que pasó en Venezuela es simple, se cansaron de una clase política corrupta, un país rico en petróleo, pero que esos beneficios solo llegaban al buche de ellos, entonces el pueblo se arriesgó con el socialismo, ¿qué otras opciones tenían los venezolanos? Y si nuestro país lo rigiera un sistema socialista y observara la miseria que actualmente observo, promulgaría capitalismo y punto. Es así de sencillo.
En países latinoamericanos, en el caso de Honduras, no ha funcionado el sistema neoliberal y capitalista tiene su función perfecta para unos pocos. Lo que pasó en Venezuela es simple, se cansaron de una clase política corrupta, un país rico en petróleo, pero que esos beneficios solo llegaban al buche de ellos, entonces el pueblo se arriesgó con el socialismo, ¿qué otras opciones tenían los venezolanos? Y si nuestro país lo rigiera un sistema socialista y observara la miseria que actualmente observo, promulgaría capitalismo y punto. Es así de sencillo.
Escrito por Josué Edmundo Polanco
edmundo_polanco@yahoo.com
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