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27 sept 2012

A veces soy Mohamed Bouazizi.


Bouazizi, todo un símbolo de la revolución


Para terminar de serlo tendría que ir a una gasolinera  comprar un galón de gasolina, actualmente en mi país  tendría que decir 5 litros, abrirme paso hasta el Congreso, al Ministerio Publico, alguna Municipalidad, o alguna secretaría, todos  me mirarían alrededor con sorpresa, si tuvieran idea de lo que habría de hacer  me detuvieran al instante. Mientras mi corazón palpitara rociaría todo mi cuerpo  encendería una cerilla o un fósforo y me prendería por completo, mientras la carne se derrite y el olor a pelo quemado pudiera sentirse a metros,  dirían; loco, enfermo, suicida y algunos tratarían de apagar una llama que nunca se debilitará. Eso es lo que hizo  Mohamed Bouazizi. El padre de la Primavera Árabe, el que prendió la mecha de las revoluciones que acapararon la atención de los medios de comunicación, Túnez, Egipto, Libia hoy Siria y que la llama quiere prenderse en España, Italia, Grecia, con los llamados indignados.

Morir de la manera mas trágica, dramática y dolorosa fue mejor elección que la miseria de una vida en Túnez. Un gobierno encaramado por 23 años en el poder, corrupto, policías mordelones, educación y salud por los suelos. Todos estos problemas fueron cúmulos de indignaciones que afectaron la cotidianidad de la vida en Mohamed, haría falta poco, bastaría un temblorcito para hacer erupción en un volcán, bastaría el aleteo de una mariposa  para producir una avalancha de nieve que tragaría y sepultaría una buena parte  del mundo. El corazón de este ciudadano tunecino era todo eso, un volcán o una montaña de nieve. Todo  empezó cuando policías municipales le exigieron mordidas por el puesto de verduras que administraba, tenía un diplomado universitario en informática, él se negó y debió pensar;- darles a estos policías dinero es dejar hambreando a mi madre, es no pagarle estudios  a mi hermana, es no comprarle ropa o pagar la vivienda para mi familia y con la vida tan cara en este país... 

Los policías lo golpearon le quitaron su digna herramienta de trabajo; una carretilla para legumbres y frutas, fue a reclamar en instituciones competentes, no le escucharon. Pero regresó  con gasolina y dispuesto a todo, ser escuchado o atendido,  no funcionó. Ya era tarde, se convirtió en una antorcha que pasó el fuego a todos los demás ciudadanos, sobrevivió unos días en un Hospital de Túnez, todos los intentos del sátrapa  Ben Ali, ex presidente y dictador de Túnez, que lo fue a visitar a la sala donde convalecía no dieron los resultados esperados para el aparato estatal de esa nación, el pueblo estaba con la ira en la cabeza y cuanto más golpes, toleteadas, gaseadas recibían de los policías tomaban mas fuerza y encendían sus corazones, tenían un solo pensamiento; -“esto no es nada comparado con lo de Mohamed Bouazizi.”  

El dictador Ben Ali visitando a Mohamed  Bouazizi
El sátrapa Ben Ali sabía que el poder se le escapaba de sus manos, hizo maletas, sercioró  sus cuentas millonarias en otros países. En Francia le negaron la entrada y fue a parar a Arabia  Saudita. Lo sorprendente de todo es que no solo Túnez estaba encendido e indignado por sus condiciones de vida  y que Mohamed los había despertado de un letargo sueño, toda esa hecatombe se convertiría en una Cordillera de indignaciones, traspaso paises y continentes, siguió Egipto con Mubarak después Libia Con Gadafi los jazmines florecían de terror y la primavera Árabe la comparo   con la Toma de La Bastilla en Francia.

No soy rico por que  tenga más que usted  ni soy pobre por que necesite menos de lo que tengo. Para que mejor me entiendan en esta vida como le escuché a Facundo Cabral no es rico el que más tiene sino el que menos necesite. Pero por mucho optimismo que tengamos me hago estas preguntas: ¿será que los gobernantes no observan la miseria de sus gobernados?, ¿cuantos hay ahorita  recogiendo basura, esparciendo su miseria a montones?, ¿cuantos tienen techos de cartón que cuando llega la lluvia un nailon es una bendición?, ¿cuantos ahorita la única melodía que escuchan es su retorcijo de tripas?, ¿cuántos recién nacidos por leche toman la esencia del maíz mezclado con agua?, si a veces yo, que dependo de un salario tengo que hacer malabares cuando  me atrasan el pago para llevarme la comida a la boca, no digamos esas personas que ni nombre tienen y que no aparecen en  libros registrados. El problema no es tanto la falta de recursos sino ver una clase política con todas las comodidades y que acapara todos esos recursos, porque Honduras si tiene todos los medios para que sus ciudadanos tengan una buena calidad de vida. Al menos a mí me indigna un programa que transmiten en Televicentro y lo veo a veces para entender la razón de mi ira; se llama Gente, aclaro que allí también presentan personas honorables. Pasan allí  y en páginas sociales de periódicos gentes que quebraron bancos en Honduras, gentes  que no pagan impuestos, son gente  esos que el cóctel de camarones espera por ellos, son gente los dueños y monopolizadores del país, son gente los esclavizadores que piden más remesas para alimentar  estómagos de peces gordos, son gente solo ellos, los demás los de abajo, son animales. ¿Habrá suficientes razones para indignarse?


Entiende ahora porque a veces soy Mohamed Bouazizi seguro estoy que muchos hondureños también tienen los mismos sentimientos, los desempleados y miserables que jamás leerán estas líneas y que ni siquiera saben que existió un hombre llamado Mohamed Bouazizi que hizo correr ríos de tinta y llenó periódicos de su vida. Él no fue un filósofo como los que alentaron la revolución francesa, fue un ciudadano común y  que al igual que usted se indignaría.  Él un día  común y corriente se sintió indignado.

Escrito por Josué Edmundo Polanco Lemus
  


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